Un hallazgo que reabre el debate sobre la existencia de civilizaciones antiguas en Marte
Recientemente, un informe publicado por el investigador George J. Haas ha reavivado el debate sobre la posibilidad de que Marte haya albergado vida inteligente en el pasado. Las imágenes captadas por distintas misiones de la NASA muestran estructuras que, según Haas y su equipo del The Cydonia Institute, presentan características geométricas y detalles que desafían las explicaciones geológicas convencionales. Su nuevo libro, titulado The Great Architects of Mars, es una recopilación detallada de estos hallazgos y teorías asociadas.
A lo largo de los años, Haas ha dedicado más de tres décadas al estudio meticuloso de fotografías marcianas tomadas por orbitadores como el Mars Reconnaissance Orbiter (MRO) y el Mars Global Surveyor. Gracias a su formación como artista, ha logrado detectar patrones que otros podrían pasar por alto, identificando lo que él considera estructuras artificiales.
El “Keyhole”: una estructura con diseño intencional
Una de las formaciones más intrigantes es el llamado “Keyhole” (llave), localizado en la región de Libya Montes. Capturado por el MRO en 2011, este elemento consiste en una forma en cuña unida a una cúpula circular, similar a un signo de exclamación gigantesco. Haas sostiene que esta formación presenta simetría y proporciones que superan lo que la naturaleza podría haber generado de manera aleatoria.
En su análisis, comparó esta estructura con tumbas antiguas japonesas, como el Kofun, sugiriendo un posible paralelismo cultural entre la Tierra y Marte. Su estudio fue publicado en el Journal of Space Exploration en 2016, donde concluyó que su origen podría estar ligado a una inteligencia que comprenda la geometría y el diseño arquitectónico.
Geoglifo del loro: una escultura marciana de alto detalle
En 2002, el investigador Wilmer Faust detectó una figura curiosa en el cráter Argyre Basin, lo que desencadenó una investigación liderada por Haas. Lo que identificaron fue una figura con 22 puntos de anatomía precisa que recuerda a un loro. Esta formación fue bautizada como el “Parrot Geoglyph” o “Parrotopia”.
A diferencia de las formas abstractas que pueden surgir del fenómeno conocido como pareidolia (la tendencia del cerebro a ver patrones reconocibles en imágenes aleatorias), el geoglifo del loro posee detalles como párpados, plumas y extremidades que fueron verificados por veterinarios especializados en aves.
Geoglifos similares en la Tierra, como los de Nazca en Perú o los de Uffington en Inglaterra, no alcanzan el nivel de detalle que presenta el de Marte. Esta formación abre nuevas posibilidades sobre el nivel de complejidad cultural que podría haber existido en el planeta rojo.
Las pirámides de Sagan: gigantes triangulares marcianos
Otra evidencia que presenta Haas es la de unas formaciones piramidales ubicadas en la región de Elysium. Estas estructuras de tres lados, observadas por primera vez por la sonda Mariner 9 en 1972, llegaron a captar la atención del astrónomo Carl Sagan, quien sugería que podrían haber sido moldeadas por vientos extremos.
Sin embargo, Haas argumenta que la geometría precisa de estas pirámides, con alturas que superan los 3,200 pies y una base de casi 10,000 pies, es demasiado compleja para haber sido originada solo por agentes naturales. Añade que en la Tierra existen pocas pirámides de tres lados y destaca una estructura similar en el área de pruebas nucleares de Nevada, lo que lleva a considerar una intencionalidad en el diseño.
Complejo Atlantis: vestigios de una ciudad marciana
En la región llamada Atlantis Chaos, investigadores como Greg Orme y Javed Raza identificaron patrones urbanos que recuerdan una ciudad dividida en dos sectores: uno oriental con estructuras cuadrangulares similares a las casas de adobe en Al-Ula, Arabia Saudita, y otro occidental que recuerda a los restos de Berlín tras la Segunda Guerra Mundial.
La presencia de formaciones en cuadrícula, paredes colapsadas y torres erosionadas sugiere que podría haberse tratado de un asentamiento planificado. Esta región, generalmente atribuida a procesos de erosión, podría revelar mucho más si se investiga de forma directa mediante misiones tripuladas.
Estructura Starburst: similar a fortalezas terrestres
En Nepenthes Mensae, una formación captada por la ESA recuerda una estrella con cinco brazos, similar a los fuertes poligonales construidos en Europa en los siglos XVI y XVII. Haas bautizó esta estructura como “Starburst”, destacando su similitud con Fort Henry en Tennessee, construido durante la Guerra Civil estadounidense.
Los brazos radiales, las plataformas elevadas y el diseño defensivo que se aprecia en esta formación indican, según Haas, un propósito defensivo o ceremonial. Si se confirmara su origen artificial, podría cambiar drásticamente nuestra visión sobre el pasado de Marte.
Entre la ciencia y la interpretación
Las teorías de Haas, aunque fascinantes, no están exentas de críticas. Muchos científicos explican estas percepciones como producto de la pareidolia. Robin Kramer, psicólogo de la Universidad de Lincoln, afirma que nuestro cerebro está programado para reconocer patrones familiares, incluso donde no los hay. Ver un rostro o una figura reconocible en una formación rocosa no significa necesariamente que fue tallada por manos inteligentes.
A pesar de esto, Haas y otros investigadores independientes sostienen que el grado de detalle y las similitudes con estructuras humanas exceden lo que podría considerarse coincidencia. El hecho de que muchas de estas formaciones compartan patrones geométricos avanzados sugiere un origen planificado.
El papel de futuras misiones humanas
Una parte clave del trabajo de Haas es su esperanza de que, en los próximos años, se puedan verificar estas estructuras in situ. La iniciativa de SpaceX, liderada por Elon Musk, contempla misiones a Marte en la próxima década, comenzando por un viaje no tripulado en 2026 y, posteriormente, misiones humanas para 2029.
La exploración directa podría arrojar luz definitiva sobre la naturaleza de estas formaciones. Si se demuestra que son artificiales, el hallazgo podría marcar un antes y un después en la historia de la humanidad. De confirmarse la existencia de una civilización extinta en Marte, también abriría nuevas preguntas sobre nuestro lugar en el universo y sobre cuánto desconocemos de los orígenes de la inteligencia en otros mundos.
Una invitación al escepticismo curioso
Aunque el escepticismo es saludable en la ciencia, también lo es la curiosidad informada. Las imágenes de Marte siguen revelando secretos, y figuras como Haas se esfuerzan por observar donde otros no ven nada más que rocas y polvo.
El debate sobre si estas estructuras son naturales o artificiales seguirá hasta que la ciencia pueda ofrecer evidencia empírica definitiva. Pero, mientras tanto, los hallazgos documentados por Haas y su equipo nos invitan a mirar al cielo rojo con otros ojos, a preguntarnos si en los valles marcianos alguna vez caminaron seres inteligentes, si sus manos tallaron monumentos y si su legado ha estado frente a nosotros todo este tiempo, esperando ser descubierto.