Apple redefine su estética con iOS 26: “Liquid Glass” y el despertar de antiguas memorias Android
El rediseño del sistema operativo iOS 26 de Apple ha sido presentado oficialmente durante la conferencia WWDC, y lo que parecía una propuesta visual de alto impacto está provocando tanto admiración como desconcierto. Bajo el nombre de “Liquid Glass”, la nueva estética propone una experiencia más sensorial, fluida y tridimensional, pero también ha provocado una oleada de comparaciones con las capas de personalización más recargadas del antiguo ecosistema Android.
Este fenómeno ha generado un intenso debate en comunidades tecnológicas, redes sociales y foros de diseño. Lo que muchos consideraban una apuesta por la sofisticación visual ha terminado despertando recuerdos de una época en la que los fabricantes de teléfonos Android lanzaban interfaces saturadas de efectos visuales, animaciones exageradas y diseños que hoy se perciben como sobrecargados.
¿Qué es “Liquid Glass” en iOS 26?
“Liquid Glass” no es simplemente una capa de diseño, es el nuevo lenguaje visual que Apple ha implementado en iOS 26 y en todo su ecosistema. Esta propuesta se basa en la simulación de vidrio líquido: superficies reflectantes, transiciones animadas que simulan fluidez y una interacción visual que recuerda al movimiento de un material vítreo moldeado por la luz y el ángulo de visión del usuario.
Los iconos ahora presentan profundidad y reflejos que cambian dinámicamente dependiendo del movimiento del dispositivo. Las ventanas y menús flotan con suavidad, generando una sensación táctil que busca ir más allá de la planitud que había caracterizado las versiones anteriores.
Sin embargo, la ejecución de este concepto no ha sido recibida con la unanimidad que Apple esperaba.
Críticas a la estética: ¿una reminiscencia de Android de hace una década?
Pocos días después del anuncio, las redes comenzaron a llenarse de comentarios que comparaban iOS 26 con dispositivos Android modificados por capas de personalización muy comunes entre 2010 y 2013. Usuarios compartieron imágenes y videos de temas antiguos, como CM Launcher 3D o paquetes de íconos que imitaban superficies de vidrio coloreado, resaltando las similitudes con el nuevo diseño de Apple.
Uno de los comentarios más virales lo comparaba con un teléfono Android personalizado con un launcher de hace 12 años, acompañado de un set de íconos brillantes y animaciones llamativas. La comunidad no tardó en reconocer los paralelismos con temas como “Glasklart”, muy popular entre usuarios de iOS con jailbreak a comienzos de la década pasada.
Para algunos expertos en usabilidad, este enfoque implica un retroceso en términos de claridad visual. Los reflejos y efectos tridimensionales pueden distraer más que aportar, especialmente en contextos de lectura rápida o accesibilidad visual.
Apple, la elegancia y el riesgo del skeumorfismo moderno
El skeumorfismo fue parte del ADN visual de Apple durante años: botones que parecían objetos reales, texturas que evocaban cueros o telas, y un diseño orientado a la metáfora visual. Con iOS 7, Apple cambió el rumbo hacia lo plano y minimalista, adoptando un estilo más limpio y funcional. iOS 26 parece mezclar ambos mundos, retomando elementos skeumórficos, pero desde un enfoque más digital y menos físico.
La propuesta de “Liquid Glass” enfatiza cómo los elementos reaccionan al entorno del dispositivo. Desde sombras dinámicas hasta reflejos basados en la posición del móvil, todo en la interfaz está diseñado para parecer vivo y en constante transformación. No obstante, el resultado final ha sido cuestionado por enfocarse en detalles que no necesariamente mejoran la experiencia general de uso.
Personalización vs. identidad visual: la delgada línea entre innovación y exceso
Android se ha caracterizado siempre por su alto nivel de personalización. Launchers, paquetes de iconos, temas y widgets permiten modificar completamente la interfaz de un dispositivo. Esta flexibilidad fue, durante años, una ventaja competitiva frente a iOS, más rígido en cuanto a la experiencia de usuario.
Con “Liquid Glass”, Apple parece haber tomado inspiración en estas libertades, pero desde un enfoque más controlado. No hay personalización libre, sino una experiencia cerrada, pero visualmente recargada. En este sentido, lo que en Android era una opción voluntaria, en iOS 26 es una imposición estética que no todos los usuarios han recibido con entusiasmo.
El diseño se vuelve entonces una cuestión de identidad. ¿Está Apple perdiendo su esencia visual minimalista en favor de una estética más llamativa? ¿Está adaptándose a nuevas generaciones que valoran lo visual por encima de la simplicidad?
El dilema de la accesibilidad: entre belleza y funcionalidad
Una de las críticas más recurrentes al nuevo diseño es su impacto en la legibilidad. Usuarios con dificultades visuales han señalado que los reflejos, transparencias y texturas dificultan la lectura de textos y la identificación de íconos. Esta problemática se agrava cuando se activa el modo oscuro, ya que los contrastes dinámicos generan zonas donde la información se diluye en el fondo.
Apple ha insistido históricamente en el diseño universal y la inclusión. Sin embargo, este rediseño parece haber priorizado el impacto visual sobre la funcionalidad cotidiana. Es probable que las futuras versiones ajusten estos elementos, especialmente considerando que iOS 26 todavía se encuentra en fase de vista previa para desarrolladores.
La paradoja de la innovación estética: ¿avance o nostalgia?
La ironía en este debate es evidente: Apple, empresa asociada con la innovación, ha sido acusada de reciclar conceptos visuales de un pasado que incluso Android ha dejado atrás. La comunidad tecnológica ha encontrado similitudes en la forma en que el diseño de iOS 26 revive una etapa del diseño móvil marcada por la búsqueda de realismo visual, pero que hoy en día es vista como excesiva.
Y sin embargo, hay un mérito técnico innegable en “Liquid Glass”. Las transiciones, las sombras interactivas y el movimiento natural de los elementos son posibles gracias a los avances en hardware y a la optimización de gráficos en tiempo real. Lo que antes era una sobrecarga visual torpe, ahora puede ser una representación fluida y técnicamente impecable.
Un nuevo lenguaje visual que aún se está escribiendo
Es importante recordar que lo presentado hasta ahora no es la versión final de iOS 26. Apple todavía tiene meses para revisar, ajustar o incluso eliminar elementos que no resuenen con sus usuarios. El hecho de que la empresa esté dispuesta a experimentar con su diseño no significa necesariamente que haya perdido el rumbo.
Más bien, esta etapa puede interpretarse como un proceso de exploración visual. Con cada versión, Apple tantea los límites de lo posible, buscando un equilibrio entre estética, innovación y usabilidad. Lo que hoy es criticado podría evolucionar en una dirección completamente distinta al momento de su lanzamiento oficial.
El rol del feedback comunitario en la evolución del diseño
Uno de los grandes beneficios del ecosistema Apple es la participación activa de su comunidad. Desde desarrolladores hasta usuarios avanzados, cada versión de prueba genera miles de informes, comentarios y propuestas que influyen directamente en el producto final. Ya ha ocurrido en el pasado que Apple ha modificado decisiones estéticas tras recibir retroalimentación negativa.
Por tanto, las comparaciones con Android o con el jailbreak no deben entenderse solo como críticas destructivas, sino como una oportunidad de reflexión sobre el rumbo visual que debe tomar iOS. El desafío de Apple no es solo innovar, sino hacerlo sin perder el carácter que ha definido su sistema operativo por más de una década.
¿Qué podemos esperar del futuro de iOS?
Si Apple logra encontrar un punto medio entre la estética envolvente de “Liquid Glass” y la claridad funcional que esperan sus usuarios, podríamos estar ante una de las transformaciones visuales más interesantes del sistema operativo móvil. Pero esto requerirá ajustes finos, reducción de excesos y, sobre todo, una respuesta empática a las necesidades reales de quienes usan estos dispositivos a diario.
En un mundo donde la interfaz gráfica es más que un simple decorado —es la puerta de entrada a toda la experiencia digital—, cada decisión de diseño tiene un impacto profundo en la percepción de marca, usabilidad y satisfacción general del usuario.
Apple ha dado un paso audaz con “Liquid Glass”, un paso que aún está por definirse. Las comparaciones con Android solo sirven para resaltar que, aunque la historia se repita, el contexto siempre es distinto. Lo que antes era exceso, hoy podría ser arte digital. O tal vez, simplemente, un recordatorio de que todo cambio necesita maduración.
