Durante la reciente llamada de ganancias con inversores, Elon Musk planteó una idea audaz que evoca las sesiones de brainstorming universitarias: ¿qué tal si Tesla se convirtiera en el AWS de la inteligencia artificial?
Musk, conocido por sus improvisaciones en estas llamadas, comparó el potencial de los millones de vehículos Tesla inactivos con el negocio de servicios en la nube de Amazon. Si esos vehículos están simplemente estacionados, ¿por qué no aprovechar su capacidad de cómputo para ejecutar modelos de IA?
Este enfoque podría suponer un cambio significativo: cada Tesla podría convertirse en un nodo de cómputo distribuido, ofreciendo un potencial masivo de procesamiento de datos. Musk mencionó la posibilidad de 100 gigavatios de capacidad de cómputo distribuido si se alcanzara una flota de 100 millones de vehículos Tesla.
Sin embargo, surgen interrogantes sobre la viabilidad y la compensación para los propietarios de los vehículos. ¿Recibirían alguna forma de pago por el uso de su poder de cómputo no utilizado? Esta incertidumbre se suma a las preocupaciones sobre la factibilidad técnica del proyecto, incluidos problemas como el suministro de energía y la conectividad.
Para evaluar adecuadamente esta idea, es crucial considerar la experiencia de profesionales en el campo. Sam Anthony, ex director de tecnología de Perceptive Automata, señala que aunque es técnicamente posible, existen desafíos significativos, como la dependencia de la energía de la batería del automóvil y los problemas de conectividad.
En resumen, mientras que la idea de Musk presenta un potencial intrigante, es necesario abordar una serie de obstáculos técnicos y éticos antes de que pueda convertirse en una realidad práctica.