Conoce cómo el Fondo para la Defensa del Medio Ambiente (EDF) está invirtiendo en estudios sobre la geoingeniería solar para combatir el cambio climático.
Un relevante grupo ambientalista está destinando una cuantiosa suma de dinero a la investigación sobre la geoingeniería solar, una estrategia propuesta para contrarrestar el cambio climático que ha suscitado escepticismo y preocupaciones sobre posibles consecuencias no deseadas.
La geoingeniería solar engloba diversas tácticas destinadas a enfriar el planeta al reflejar la luz solar, ya sea mediante la modificación artificial de las nubes o la liberación de partículas reflectantes en la atmósfera. Sin embargo, la falta de conocimiento sobre los potenciales efectos secundarios ha generado inquietud, impulsando así la necesidad de más investigaciones para cerrar estas brechas antes de continuar con ensayos adicionales.
El Fondo para la Defensa del Medio Ambiente (EDF, por sus siglas en inglés) tiene previsto distribuir “millones de dólares” en subvenciones para investigaciones sobre geoingeniería solar, según informes del New York Times. EDF comparte las preocupaciones sobre esta técnica, razón por la cual está apoyando estudios para evaluar sus posibles repercusiones.
“Estamos muy preocupados por las consecuencias no deseadas”, declaró Lisa Dilling, científica jefe asociada de EDF, enfatizando la importancia de investigaciones relevantes para la política que ayuden a los gobiernos a tomar decisiones informadas.
El siguiente paso implica trabajar en colaboración con científicos para desarrollar una agenda de investigación focalizada en los impactos a corto plazo y establecer una estructura de gobernanza. Posteriormente, EDF planea otorgar proyectos de investigación que compartirán sus resultados en revistas y conferencias especializadas.
Las recientes discusiones en la Asamblea de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente no han logrado establecer nuevas directrices internacionales para la geoingeniería solar. Desde 2010, existe un moratorio global desactualizado sobre ciertos tipos de geoingeniería a gran escala, lo que ha generado un vacío legal que permite la realización de experimentos a pequeña escala.
Recientemente, Alameda, California, tomó medidas para impedir que científicos de la Universidad de Washington llevaran a cabo pruebas con una nueva tecnología para modificar nubes mediante la rociadura de partículas de sal marina, parte de la estrategia conocida como Brightening de Nubes Marinas (MCB). Aunque el interés en esta técnica está en aumento, aún faltan datos para que los responsables de políticas puedan tomar decisiones informadas.
En el pasado, se generaron críticas hacia un grupo de geoingeniería solar menos científico, lo que llevó a México a prohibir experimentos futuros después de que una startup lanzara globos meteorológicos llenos de dióxido de azufre. Este gas, que puede provocar lluvia ácida, plantea preocupaciones sobre los posibles efectos secundarios de enviar partículas reflectantes a la atmósfera, como la inyección estratosférica de aerosoles (SAI), que podría ampliar el agujero de ozono antártico.
Finalmente, es crucial asegurarse de que la geoingeniería solar no distraiga de los esfuerzos para transitar hacia fuentes de energía más limpias, que son fundamentales para abordar el cambio climático. La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero sigue siendo la principal prioridad para el Fondo para la Defensa del Medio Ambiente (EDF), subraya Lisa Dilling.