La CIA supuestamente llevó a cabo una operación secreta para manipular la opinión pública y crear paranoia dentro del gobierno chino a través de inteligencia filtrada y contenido negativo en redes sociales, según informes de Reuters. La operación, que comenzó en 2019, buscaba difundir rumores y críticas sobre el gobierno chino, utilizando cuentas falsas en plataformas sociales para amplificar su mensaje.
Según los informes, la CIA habría creado estas cuentas falsas para difundir acusaciones sobre miembros del Partido Comunista ocultando riquezas mal habidas fuera del país, así como para criticar programas gubernamentales, como el financiamiento de proyectos de infraestructura en otros países. Aunque la CIA se negó a hacer comentarios al respecto, Reuters no pudo confirmar si la operación sigue activa en la actualidad.
La operación, supuestamente autorizada por el entonces presidente Donald Trump, tenía como objetivo influir en la opinión pública no solo en China, sino también en el sudeste asiático, África y el Pacífico Sur. Esto se lograba utilizando las redes sociales para llegar a audiencias en regiones donde la Iniciativa del Cinturón y Ruta de China estaba activa, lo que otorgaba préstamos y subvenciones para proyectos de infraestructura en países en desarrollo.
La propagación de propaganda a través de redes sociales por parte de actores estatales no es algo nuevo, pero las acusaciones han sido más comúnmente dirigidas hacia otros países que apuntan a influir en Estados Unidos. Rusia, por ejemplo, ha sido acusada en numerosas ocasiones de crear cuentas falsas y granjas de trolls para influir en la opinión pública estadounidense. Del mismo modo, se ha informado que China también ha participado en actividades similares, como la creación de publicaciones falsas para difundir desinformación en redes sociales europeas.
Estas revelaciones plantean preocupaciones sobre el uso de las redes sociales como herramienta para manipular la opinión pública y socavar la estabilidad política en diversas regiones del mundo. A medida que las tensiones geopolíticas continúan intensificándose, la vigilancia y la regulación de las actividades en línea se vuelven cada vez más cruciales para prevenir la propagación de desinformación y la manipulación de la opinión pública.