Los smartwatches, y próximamente los anillos inteligentes, han evolucionado en formas de conectar a las personas con ecosistemas tecnológicos.
Cuando me preguntan qué smartwatch comprar, siempre inquiero: ¿qué teléfono usas?
Desafortunadamente, tu dispositivo móvil dicta en gran medida qué smartwatches puedes considerar. No son independientes; requieren un teléfono para su configuración, un aspecto señalado por el Departamento de Justicia de EE. UU. en su caso contra Apple, argumentando que esto perpetúa un monopolio. Si inviertes $400 en un Apple Watch y te encanta, es poco probable que cambies a un iPhone que no te satisface.
Apple es consciente de esto. En el caso del DOJ, se cita a un ejecutivo de Apple diciendo que el Apple Watch “puede evitar que los clientes de iPhone cambien”. Aunque no era un problema grave, con el tiempo, el Apple Watch se ha convertido en el líder indiscutible de los smartwatches. Esto hace aún más difícil cambiar de ecosistema. Otros fabricantes están siguiendo esta tendencia.
Por ejemplo, veamos Wear OS. Antes de 2021, estos relojes funcionaban en iPhone y Android. Sin embargo, tras la colaboración entre Google y Samsung para crear Wear OS 3, los relojes de Samsung se volvieron exclusivos para Android.
¿La razón? Es difícil culpar a Google, Samsung y otros fabricantes. La conexión entre iPhone y Apple Watch está arraigada, y la competencia es difícil. Además, Apple limita el acceso a API de terceros, afectando la experiencia en dispositivos no Apple.
Con el Samsung Galaxy Ring en el horizonte, se avecinan más cambios. Este enfoque, aunque conveniente, limita las opciones de los usuarios. Para quienes buscan variedad, esta tendencia es decepcionante.