Recientemente, perdí mi billetera. Recuerdo haberla usado el domingo durante la cena de cumpleaños de un amigo, cuando pagué con mi tarjeta. Tal vez también la tuve el lunes, aunque ese día solo gasté en un viaje en Lyft, que no requiere tarjeta. De todos modos, Apple Pay ha simplificado mis compras diarias, haciendo que mi teléfono sea indispensable.
La falta de mi billetera se hizo evidente el miércoles. No la necesité para el metro ni para reunirme con colegas. Incluso para entrar al edificio, mostré una foto de mi licencia de conducir en mi teléfono. Afortunadamente, pude usar mi teléfono para pagar en el bar esa misma noche y compartir una botella de vino al día siguiente.
Con o sin billetera, puedo desplazarme y gastar dinero de manera fluida, gracias a Apple Pay.
Apple introdujo su sistema de pago sin contacto en 2014, prometiendo modernizar el proceso de pago tradicional. Este avance me ha permitido ser más descuidada con mis gastos, a diferencia de cuando anotaba meticulosamente mis compras en un cuaderno.
Incluso antes, perdía mi billetera con frecuencia, con repercusiones como perder mi MetroCard o no poder almorzar con amigos. Sin embargo, desde que adopté Apple Pay en abril de 2020, mi teléfono se ha convertido en mi único medio de pago, facilitándome la vida, aunque a veces pierda mi billetera.
Apple no es responsable de mis extravíos constantes, pero ha contribuido a un mundo donde los pagos sin contacto son la norma. Aunque encontré mi billetera esta mañana, mi tarjeta de crédito sigue perdida, sin importancia aparente.